Ocupa una extensión de cerca de 200 kilómetros en los que encontramos bellas montañas de suave silueta, que van desde el norte hasta el sur, acompañando al caudaloso río Rin, que transita al este de la Selva Negra.
Sirve además este de frontera natural entre Francia y Alemania, dejando al viajero unas imágenes de esta zona muy parecidas a la región de los Vosgos, cercana cadena montañosa que se extiende en este caso por la zona oeste de este hermoso valle.
Todo este paraje desprende un alto valor natural e histórico, que lo convierte en un destino muy visitado y que por su valiosa tierra, fue colonizada por distintos pueblos culturas como los romanos entre otros.
Ha sido desde entonces un punto de cruce de caminos, que la ha nutrido de interesantes historias y de un importante patrimonio aún haber sufrido guerras, incendios, y otros avatares, se mantiene en píe en parte, ofreciéndonos llamativos edificios y monumentos así como una rica cultura.
La Selva Negra al este del río Rin discurre en forma de paisaje montañoso con antiguas elevaciones, que en muchos casos vemos coronadas por castillos y viejas murallas en ruinas, pero que si conservan parte de su esplendor y encanto histórico.
También iremos encontrando pueblos y ciudades que nos muestran como eran las costumbres de la burguesía, que habitó hace años en estas urbes de la Selva Negra, y que ha dejado un legado en forma de hermosas viviendas, llamativos monumentos y numerosas iglesias de interés turístico.
Por otro lado, podemos descubrir más sobre su cultura y hábitos en distintos museos, que hay en diferentes ciudades, que exhiben y conservan trajes tradicionales, información de sus celebraciones y fiestas, y mucho más sobre su cultura.
La Selva Negra al este del río Rin además cuenta con una gastronomía sencilla, tradicional y casera, al mismo tiempo que rica y sabrosa.