De una monumentalidad espléndida y una belleza inconmensurable, se alza la Basílica de San Pedro.
Basílica de San Pedro
Se levantó originariamente en el lugar donde murió San Pedro martirizado, ordenando su construcción el emperador Constantino, sobre el año 324 aproximadamente. La basílica actual, se comenzó a construir gradualmente sobre la original constantiniana, cuando esta amenazaba ruina en el 1506.
Es la mayor de toda la cristiandad, pero esta grandiosidad se percibe de manera armoniosa, debido a sus equilibradas proporciones, y al también enorme tamaño de todas las obras, que en ella se encuentran. Fueron necesarios más de 150 años, para terminar las obras de la Basílica de San Pedro.
En la ejecución de la actual basílica intervinieron, Bramante que dirigió en sus comienzos el proyecto, Rafael Sanzio, quién transformo la estructura en cruz latina por la griega que se diseño originalmente. Además Sangallo el Joven, Domenico Fontana y Giacomo Della Porta, son otros de los arquitectos que colaboraron en su construcción.
Y por supuesto el gran Miguel Ángel, quién retomo la idea de la cruz griega, también diseño la gran cúpula, y trabajó en la Basílica hasta el final de sus días. La imagen escenográfica de su fachada se debe a Carlo Maderno, además de la vuelta a la planta de cruz latina.
A su vez, Bernini también influyo en el carácter que presenta en la actualidad, ya que creó y remodeló entre otros, el crucero, el gran altar pontificio situado sobre la tumba de San Pedro y el ábside.
Se culminaron los trabajos en 1626, y fue consagrada de manera solemne por el papa Urbano VIII. Puede albergar unos 20.000 fieles, y sus medidas son monumentales, tales como los más de 130 metros de altura hasta su cúpula.
En su interior llaman la atención, los grandes mosaicos que la decoran o la bellísima estatua de la Piedad de Miguel Ángel, con la que buscaba alcanzar la belleza ideal. Cuenta con grandiosas esculturas, de santos y de varios personajes históricos que defendieron al poder pontificio.
Para culminar la visita a la Basílica de San Pedro, tenemos que ver la sacristía, en la que podemos admirar distintas ricas obras de arte, además de poder bajar a las grutas vaticanas, donde se pueden ver las tumbas de varios papas y del apóstol Pedro.
Asimismo, caber recordar que la subida a la cúpula es fundamental, para conseguir una visita perfecta, llena de belleza y grandiosidad.