Siguiendo el lema romano de “Mens sana in corpore sana”, se popularizaron las termas monumentales como las de Caracalla.
Termas de Caracalla
Se construyeron sobre el año 212 d.C. bajo el mandato del emperador Caracalla, y junto al Coliseo y el Foro romano son de los mejores restos que podemos ver en la actualidad, de la Roma Clásica.
El edificio de las Termas se enclavaba en un recinto cuadrangular y simétrico, que se rodeaba de bellos jardines. Y es que los baños públicos suponían para los romanos la actividad social por excelencia. Estaban asociados además de a su función higiénica, a una función placentera para el bañista, ya que en ocasiones el baño implicaba cierta promiscuidad.
Contaba con grandes muros y su interior se decoro ampliamente con objetos ornamentales, diferentes mármoles de distintos tipos, fuentes con agua fresca, y múltiples mosaicos y esculturas que lograban dar al conjunto una belleza de gran esplendor.
Las Termas de Caracalla se dividían en distintas salas como el frigidarium, el tepidarium y el calidarium, además del laconicum o baño turco. Junto a los baños, se hallaban lugares para reunirse plácidamente, además de bibliotecas y un pequeño gimnasio.
El agua llegaba procedente de un manantial y se calentaba gracias a unos hornos, que distribuían el calor a las piscinas a través de un sofisticado sistema de tuberías.
Merece la pena visitar las majestuosas Termas de Caracalla, e imaginarse como sería un día de baño y ocio en la Roma clásica.